23 nov 2012



Circuito Camps: Abuelas de Plaza de Mayo pidieron la máxima pena

La querella exigió para los imputados prisión perpetua y 25 años de prisión por homicidios a embarazadas y robos de bebés



La querella que representa a Abuelas de Plaza de Mayo pidió las máximas penas por genocidio en el juicio por crímenes durante la dictadura en el Circuito Camps. Pidieron prisión perpetua y 25 años de prisión por los homicidios de embarazadas y por robos de bebés y al médico policial Jorge Vergés 21 años de prisión por la apropiación de Pedro Nadal García quien recuperó su identidad en el 2005. Para Vergés además pidieron la revocación de la prisión domiciliaria.
La abogada querellante por Abuelas de Plaza de Mayo, Collen Torre, afirmó que “para que pudieran condenarse por el delito internacional de genocidio se pidió las máximas pena porque consideramos que son autores de homicidios agravados de mujeres embarazadas y el ocultamiento de los chicos que nacieron allí”
Agregó que “solicitamos que se condenaron a todos salvo a Camps y Etchecolatz que los consideramos como autores directos. Los demás como co-autores, sin distinción si eran jefes de destacamento de las brigadas o si eran guardias porque consideramos que éstos realizaron un aporte fundamental para que las víctimas permanezcan detenidas en la clandestinidad y luego desaparecidas”.
(Fuente: Provincia Noticias - AM Provincia)

19 nov 2012

GACETILLA DE PRENSA


 

Ref. Abuelas de Plaza de Mayo presenta mañana su alegato
en el juicio por los crímenes cometidos en el “Circuito Camps”

Abuelas de Plaza de Mayo informa que mañana, martes 20 de noviembre a partir del mediodía, la querella de Abuelas de Plaza de Mayo presentará su alegato en el juicio por el funcionamiento del Circuito de campos de concentración que comandó durante la última dictadura el entonces jefe de la Policía Bonaerense, Ramón Camps, en perjuicio de 280 víctimas, entre ellas once mujeres embarazadas, tres niños nacidos en cautiverio y otros cuatro secuestrados junto a sus padres.
El Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 1 de La Plata, integrado por los jueces Carlos Rozanski, Roberto Atilio Falcone y Mario Alberto Portella, juzga a 23 represores por secuestros, torturas y asesinatos en la Comisaría 5ª, el Destacamento de Arana, las brigadas de San Justo y de Investigaciones de La Plata y los centros clandestinos Puesto Vasco y Comando de Operaciones Tácticas I de Martínez.
Entre los acusados se encuentran, entre otros, Jaime Lamont Smart, Ministro de Gobierno de facto de la provincia de Buenos Aires y el médico de la Bonaerense, partícipe en varios casos de chicos apropiados,  Jorge Antonio Bergés. También los represores Miguel Etchecolatz, Carlos García, Horacio Luján, Domingo Almeida, Luis Patrault, Hugo Guallama,  Pedro Ferriole, Bernabé Corrales, Raúl Machuca, Fernando Svedas, Julio Arguello, Mario Sita, Miguel Kearney, Daniel Lencinas, Roberto Grillo, Rodolfo campos, Eros Tarela, Roberto Cabrera, Sergio Verduri, Norberto Cozzani y Santiago Antonini.
Los abogados Emanuel Lovelli, Germán Kexel y Collen Colleen Torre, en representación de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo y de los nietos restituidos Leonardo Fossati Ortega, Pedro Nadal García y Sabino Abdala, expondrán el alegato contra los imputados. La audiencia será en el TOF Nº 1, Calle 4, entre 51 y 53, de La Plata, donde se está llevando adelante este juicio.
Esperamos contar con la colaboración de los medios y de la sociedad en general para difundir los juicios contra los genocidas que secuestraron y desaparecieron a nuestros hijos y nietos.
En el blog juiciocircuitocampsquerellaabuelas.blogspot.com.ar se puede acceder a información actualizada.

Buenos Aires, lunes 19 de noviembre de 2012.

6 nov 2012

"La ferocidad del Circuito Camps es algo inédito"


Los fiscales Schapiro y Fernández explicaron las claves del alegato que presentan hoy ante el tribunal Federal Nº 1 de La Plata.

(Fuente: Pablo Roesler - Tiempo Argentino)

Feroz. Inconmensurable. Fríamente planificado. Con esas palabras, los fiscales Hernán Schapiro y Gerardo Fernández intentaron describir las características de la represión ilegal en el Circuito Camps, la red de centros clandestinos de la Policía Bonaerense en dictadura, por cuyos crímenes están siendo juzgados en La Plata algunos de los máximos responsables. Sin embargo, Schapiro y Fernández advirtieron que las palabras resultan insuficientes. "Este juicio reveló la inserción de la Policía Bonaerense en el circuito represivo general instalado en el país por la dictadura", explicaron a Tiempo Argentino los fiscales, antes de los alegatos que van a presentar hoy.
 Analizaron el rol asignado a cada uno de los seis centros de detención que se investigan, dispuestos para el secuestro, la tortura y el depósito de prisioneros políticos; las motivaciones antisemitas y políticas en el secuestro de Jacobo Timerman y la intencionalidad de sacar de juego y quedarse con el dinero de los herederos del empresario David Graiver, luego de que les arrebataran Papel Prensa.
 Esta mañana, ante el Tribunal Oral Federal Nº 1 de La Plata, los fiscales pedirán condenas para los 23 imputados –tres de ellos murieron en el transcurso del juicio– en el proceso que investiga los crímenes de lesa humanidad contra 280 víctimas en la Brigada de Investigaciones, el destacamento policial de Arana y la Comisaría Quinta, en La Plata; el COT I de Martínez, en San Isidro; y el destacamento policial de Puesto Vasco, en Quilmes. Todos estos centros clandestinos operaron bajo la órbita de la Policía Bonaerense, en el denominado Circuito Camps, así llamado por el jefe de esa fuerza durante la represión, Ramón Camps.
 "Nuestro alegato se va a fundar en la acreditación de la existencia de un sub circuito de privaciones ilegales de la libertad, tormentos y homicidios, en algunos casos, o desaparición definitiva, en otros, que funcionaban en edificios oficiales de la policía de la provincia de Buenos Aires. Esa es la estructura principal de lo que tenemos probado, y que por allí pasaron las víctimas de este juicio, que fueron hechas rotar por estos centros sometidas a salvajes tormentos y condiciones infrahumanas de detención", detalló Schapiro.
 Fernández agregó que otro eje será "la división de las funciones entre cada centro", porque "claramente, Brigada tenía el rol de ingreso y distribución de detenidos al sistema clandestino; Arana era un centro de extracción de información bajo tortura brutal y permanente de personas". Schapiro completó que "la Quinta era un lugar de depósito, pero con ciertas particularidades, porque se torturó a chicos, se abusó de chicos. En ese lugar las víctimas estaban a la espera de ser trasladadas o de su destino final."

–¿También ocurrió en COTI Martínez y Puesto Vasco?
 Schapiro: –Ese es el otro sub circuito, que lo vamos a encarar con un sentido distinto, porque no era tanto un lugar al que llevaran militantes políticos, estudiantes o jóvenes. Ateniéndonos a lo que se ha demostrado en el juicio, se trataba de un lugar en donde la policía o los militares discernían internas o procuraban espurios intereses económicos. Pero mantiene la misma lógica. Martínez era el lugar de torturas y Puesto Vasco de depósito, aunque en este último también se torturaba. Ahí murió (el socio de David Graiver) Jorge Rubinstein, producto de la tortura, y Lidia Papaleo denunció que fue atada en una cama y torturada en ese centro. Martínez fue un lugar de torturas aberrantes y, al igual que lo que pasa con Arana, faltan las palabras para poder expresar todo lo que se vivió ahí adentro.
 –¿Cuáles eran esas internas que se dirimían?
 S: –La hipótesis que existe es que lo que se discernía era entre un sector llamado "grupo La Plata", que postulaba al gobernador de Facto Ibérico Saint Jean para la sucesión de Videla en la presidencia, frente a Roberto Viola, que era quien Videla había elegido. Este grupo era, digamos, el ala dura. Entonces, el secuestro y las torturas del gabinete de (el ex gobernador Victorio) Calabró tuvieron el sentido de mostrar la fortaleza del grupo y, aparentemente, había conexiones entre ese gobernador y Viola.
Fernández: –Esa fue su forma de realizar una investigación para encontrar elementos probatorios en contra de Calabró. Buscaban "chanchullos" para pegarle al ex gobernador que estaba protegido en la Capital Federal por Viola.
–¿Y los intereses económicos?
 S: –Ahí entra el caso Graiver. Ahí hay una búsqueda evidente de quedarse con la plata. Y lo que dijimos en el dictamen de Papel Prensa: la intención de sacarlos de circuito, de correrlos. Pero pensamos que tenían la intensión de quedarse con su dinero, porque tenían mucho, y además estaba la idea en los victimarios de que ellos tenían la plata de los Montoneros. Y querían quedársela. En realidad, Papel Prensa ya se la habían quitado, ya había sido transferida a Fapel y, de ahí, a Clarín y La Nación.
–¿No hay continuidad?
 S.: –Hay una continuidad en la persecución que tiene motivaciones políticas, religiosas y, sobre todo, económicas. Esa persecución es la continuidad que se termina concretando en el crimen, la tortura, la desaparición forzada. Para nosotros la persecución había comenzado mucho antes. Prima facie, porque fue lo que dijimos en el dictamen de Papel Prensa, en el contexto de una persecución que ya se había iniciado contra el grupo, compulsivamente los hacen entregar las acciones de Papel Prensa. Pero después la persecución continúa, se concreta en los secuestros y las torturas que tenían el sentido de sacar de circulación a los Graiver; probablemente, intentar quitarles el dinero y todo con un contenido antisemita muy importante.
 –-En el caso del secuestro de Jacobo Timerman, director del diario La Opinión, ¿qué quedó probado?
 S.: –Según denunciaron sus hijos (Javier y el canciller Héctor Timerman), los victimarios tenían la idea de que Timerman representaba a la sinarquía internacional, que quería quedarse con el país. También se les quiso quitar el diario. Lo llamativo es que tanto en los casos de los ministros, en el de Timerman y en el de los Graiver, estuvieron dedicados grupos especiales de la policía, que los integraban gente de confianza de (el imputado Miguel) Etchecolatz. Evidentemente, había especial interés de altas esferas, porque actuaba gente de confianza del director de Investigaciones de la policía, que tenía llegada directa a Camps.
–Con el debate ya en su etapa final, ¿qué evaluación hacen?
 F.: –Creo que es un proceso histórico. Creo que hay un antes y un después de este juicio en la provincia. En cuanto a dimensiones, importancia, cantidad de hechos que trata, es uno de los juicios más importantes que se ha hecho en el país desde 2003.
S.: –Es particularmente importante para La Plata, una de las ciudades más castigadas por la dictadura. Este juicio permite visibilizar el funcionamiento de lo que fue la Policía de la Provincia inserta en el circuito represivo general instalado por la dictadura. Este es un juicio que no toca todo el circuito, sino una parte, pero me parece que los hechos que se juzgaron demuestran la magnitud que tenía, y lo inconmensurable de los hechos que se produjeron. Revela también el carácter fríamente planificado de la represión.
F.: –La ferocidad del Circuito Camps es algo inédito en el resto del país.

5 sept 2012

Una acusación por homicidas


/Quince represores, que hasta ahora estaban imputados sólo por secuestros y tormentos, serán juzgados en La Plata por homicidio. Esto significa que pueden ser condenados a perpetua. Smart fue alojado en Marcos Paz y Saint-Jean en Ezeiza para que lo revisen los médicos.

(Fuente: Alejandra Dandan - Página/12)

“¡Y ahora a hacer muñequitos con las miguitas de pan!”, le soltó un grupo de mujeres, en la puerta del teatro de La Plata, a dos abogados de las defensas que se iban rapidito con las resoluciones en la mano. Uno de ellos era el hijo del ex gobernador de la provincia de Buenos Aires durante la dictadura, Ibérico Saint-Jean, uno de los acusados del juicio. “¡Ha habido una resolución extraordinaria!”, decían las que salían, entre ellas la Madre de Plaza de Mayo Adelina Alaye, con lágrimas en los ojos. “Recibí la decisión del Tribunal sin parar de llorar –dijo– porque realmente siento que hoy están acá las que ya no están, las que caminaron, las que buscaron, las que encontraron y por primera vez vamos encontrando respuesta en la Justicia.”

En la resolución, que arrancó con un aplauso en la sala, el Tribunal Oral Federal 1 aceptó –después de semanas de debate– acusar por el homicidio de 33 víctimas a 15 represores que hasta ahora estaban imputados sólo por sus secuestros y tormentos. Esto significa que los acusados pueden ser condenados a perpetua. El tribunal quitó además el beneficio de la prisión domiciliaria a Ibérico Saint-Jean y a su ex ministro de Gobierno Jaime Smart. A uno lo mandaron al hospital penitenciario de Ezeiza para que los médicos evalúen en qué cárcel va a quedar detenido. Y a Smart, que es el primer funcionario civil del Estado terrorista que llega a juicio y que pasará a una cárcel común, lo mandaron al penal de Marcos Paz. La misma decisión alcanzó a otros cinco imputados que estaban con domiciliaria.

El voto por unanimidad de los jueces Carlos Rozanski, Roberto Falcone y Mario Portela contempla varias revisiones importantes para ésta y otras causas. En el caso del abogado del grupo Graiver Jorge Rubinstein, criticaron el fallo de 1985 de la Cámara Federal, que cerró la posibilidad de una condena por homicidio y, según dicen, “regaló absoluciones”. A partir de ese caso, por el que acusaron a Smart y Saint-Jean, trabajaron el rol de la autoría para jefes y subjefes, aunque no hayan tocado a las víctimas. Y revisaron y ampliaron el rol de las querellas.

En la audiencia, los jueces leyeron sólo una parte de las cien páginas de una resolución que es consecuencia del pedido de querellas y fiscalía.

Los puntos

En términos formales, la resolución mira el rol de las querellas y si están habilitadas o no para pedir la ampliación de los cargos, como sucedió en este caso. Este lugar suele ser de los fiscales. En ese sentido, dijeron que aunque esa función “no aparece explícita” en el artículo que regula estos casos, “no puede desconocerse”. Mal puede decirse, explicaron, que luego de participar en toda la producción de prueba, las querellas deban asumir un rol meramente pasivo en el debate oral “contradictorio con el ejercitado hasta ese momento”.

Otro eje de la resolución fue el modo que agregaron los delitos. Aunque hay un principio que dice que un acusado que llega a un juicio oral por equis motivo no puede ser condenado por otro, hay excepciones. Los jueces pusieron en palabras el modo en el que creen que la Justicia debe leer lo que sucedió con estas víctimas, en esa secuencia que comienza con secuestros, sigue con tormentos y continúa con desaparecidos con y sin cuerpos. Discuten si se entiende que eso es todo parte de una misma secuencia –como lo dicen ellos para estos casos– o se sigue leyendo lo que pasó en términos fragmentados, a la luz de un Código de Procedimiento Penal que los operadores del sistema judicial consideran caduco y pensado sólo para delitos comunes.

Tomaron el fallo Acosta de la Corte Suprema de Justicia para pensar el carácter extraordinario de estos juicios. Hablaron de interpretaciones “dogmáticas y discutibles”. Y para habilitar el homicidio acudieron a un dato muy novedoso de este juicio: la postura de tres defensores que no se opusieron al planteo. “Requirieron que se haga lugar a la ampliación –recordaron los jueces–, a fin de soslayar una nueva persecución en otro proceso que podría provocarles una nueva prisión preventiva.”

También consideraron que este camino evita que próximos tribunales consideren que no puede juzgarse el homicidio por cosa juzgada. Y advirtieron sobre el carácter transitorio de este momento: querellas y fiscales deberá probar este cargo en sus alegatos finales.

Los casos

En cuanto a los casos, la resolución abordó dos ejes. El expediente de Rubinstein, importante en varios sentidos. El abogado del grupo Graiver murió como efecto de las torturas. El fallo de 1985 de la Cámara dijo, sin embargo, que no había pruebas suficientes para probar el homicidio porque un certificado policial decía que murió por causa natural y porque el testimonio único de Lidia Papaleo no alcanzaba para contradecirlo. Con esto cerraron y absolvieron. La querella de Justicia Ya! dijo en su pedido que en este juicio hubo un testimonio nuevo, como el de Isidoro Graiver, que apuntaló el homicidio como efecto de la tortura. Y cuestionó el criterio de verdad de un certificado de una estructura que fue parte del aparato represivo. Los fiscales acompañaron. Y los jueces le dieron la razón. Entre los fundamentos hicieron una consideración sobre la responsabilidad de los autores, en este caso Smart y Saint-Jean. Allí parece insinuarse una interpretación de la figura de la tortura para los casos de autores mediatos que es importante: que en ese nivel de mando, detrás de la orden de tortura aparecería representada la idea de la muerte.

Los jueces también reprendieron a Smart, abogado de su propio caso. Los que saben creyeron ver en esto la mano de Portela, profesor de filosofía del derecho. “Confunde el auto-defensor”, leyó el presidente del TOF. Lo llamaron aristotélico, lo mandaron a leer un libro de lógica de Eudeba, edición 1982. Y explicaron que su defensa fue “vaga e inconveniente” y que “se encamina a llenar tablas de verdad cuando lo que hay y no ve son hechos sociales”.

Sobre la muerte del Grupo de los Siete (siete militantes montoneros que fueron asesinados), consideraron que el planteo era válido porque el fiscal de instrucción ya lo había dejado planteado.

Al final leyeron la parte resolutiva. Smart había pedido continuar con la domiciliaria porque, como hace su propia defensa, necesitaba una computadora, su biblioteca e Internet. Los jueces ordenaron el traslado a Marcos Paz, pero contemplaron el pedido: ordenaron que se le nombre un auxiliar para que le lleve lo que necesita y que se le dé una computadora. Eso sí: sin acceso a Internet.


Los nombres
Los represores a los que alcanzó la ampliación por homicidio son: Jaime Lamont Smart, Ibérico Saint-Jean, Rodolfo Aníbal Campos, Miguel Etchecolatz, Miguel Kearney, Horacio Elizardo Luján, Carlos García, Raúl Orlando Machuca, Julio César Argüello, Mario Víctor Sita, Fernando Svedas, Bernabé Jesús Corrales, Roberto Omar Grillo, Domingo Almeida y Luis Vicente Patrault. Le revocaron el arresto domiciliario, además de a Smart y a Saint-Jean, a Campos, Patrault, Sita, Corrales y Kearney. Mandaron a Ezeiza a Saint-Jean, Campos y Patrault.


3 ago 2012

“La situación era infernal”


En el marco de la causa Camps, Adriana Chamorro contó cómo asistió el parto de María Asunción Artigas de Moyano. El hambre, el frío y las torturas que sufrían. Recordó que Jorge Bergés estuvo presente cuando la picanearon y luego la atendió por las heridas.

(Fuente: Alejandra Dandan - Página 12)

Desde Canadá, el lugar donde vive después de ser detenida-desaparecida y legalizada como presa en Devoto, Adriana Chamorro describió al médico de policía Jorge Bergés. Primero, la voz, la que escuchó durante su tortura. Luego, los ojos, cuando pasó a revisarla en una de las celdas. Y más tarde, la intervención en el parto de Victoria Moyano, un parto que Adriana siguió de cerca, cuidando a María Asunción Artigas de Moyano durante la gestación, en la misma celda, tomando el tiempo entre contracción y contracción.

Adriana declaró desde Montreal ante el Tribunal Oral Federal 1 de La Plata, a cargo del juicio por el llamado Circuito Camps. Habló de su secuestro y las torturas en la Brigada de San Justo, supervisadas por aquel médico al que logró conocer por el nombre ya en el exilio. Luego habló de su paso por el Pozo de Banfield y del parto de Victoria Moyano.

“Estábamos desesperados, en un lugar sin luz, esposados las 24 horas del día. Estábamos muertos de hambre, muertos de frío, la situación era realmente infernal”, dijo. Desde fines de marzo hasta octubre de 1978 se habían ido llevando a varios grupos de prisioneros, y dejaron sólo a María Asunción. “Me pusieron a mí en el calabozo con ella –explicó Adriana–. Tenía un embarazo de unos seis meses y como tenía crisis epilépticas vino un médico que tenía barba y bigote, le dio una pastilla y le dijo que se mentalizara de que iba a salir solamente cuando naciera su hija.” En otro momento, pasó el jefe del lugar con otra persona, para presentarle a María Asunción. “Nosotros pensamos que ésa iba a ser la persona que se iba a robar al niño”, dijo Adriana.

Finalmente nació la hija de María. “Todos participamos del parto. Empezó a tener contracciones. Yo golpeaba un lado de la pared para que Eduardo (Corro, alojado en la celda de atrás) contara las contracciones. Cuando terminaban, golpeaba de nuevo para que parara de contar y golpeaba atrás para que el de atrás empezara a contar. Estuvo así alrededor de 24 horas porque las contracciones venían de tanto en tanto, hasta que logramos calcular que se daban durante cuatro o cinco minutos. Ahí llamamos a la guardia. Se la llevaron abajo y nació Victoria, que por suerte está recuperada hoy en día.”

Después, María le contó que el médico que había estado en su parto era igual al que ella había descripto como presente en sus torturas. “Ni Mary ni yo sabíamos cómo se podía llamar –dijo Adriana–. Nosotros lo llamábamos ‘el médico de mi tortura’.”

Enseguida “se la llevan a la nena de Mary, un tipo que viene con delantal blanco. Se la dejan unas horas y ella tiene tiempo de darle el pecho porque quería que de alguna manera la nena recordara cuál era su madre. La trajeron a Mary después, tenía mucha fiebre, tuvo muchos problemas con la leche, me tuve que arreglar yo con eso, sufrió muchísimo, por supuesto tenía una depresión enorme porque le habían quitado la hija”.

El secuestro

A Adriana la secuestraron el 23 de febrero de 1978. Se la llevaron tabicada en el baúl de un auto a la Brigada de San Justo, y en otro auto llevaron a Eduardo Corro, que entonces era su compañero. Alguien a quien llamaban Coronel le dijo amablemente que en ese lugar no debía tener miedo, que no iban a violarla ni a tocarla y si algo de eso sucedía debía decírselo a él.

“En la sala de torturas, primero me golpean las orejas con un palo, me dan patadas –dijo–. Finalmente me hacen desnudar y me ponen sobre el elástico de hierro, me tiran un balde de agua y ponen sobre mí una bolsa de arpillera mojada, me ponen las brazos hacia atrás atados, las piernas abiertas hacia adelante y en el pie me atan un alambrecito o un cable. En medio de una gran cantidad de amenazas y preguntas muy irracionales empiezan a darme picana, que como todos saben es infernal. No podía dejar de gritar porque creo que nadie puede hacerlo, y en los momentos en que paraban me hacían preguntas como: ‘¿En qué idioma le hablaste a tu madre?’.”

La tortura se hacía sistemáticamente, dijo. “En las articulaciones, en los senos, en la vagina en particular, y trataron de hacerme en la cabeza o en la cara. Me quemaron los labios, pero alguien que estaba al lado mío dijo: ‘En la cabeza, no’. Entonces siguieron con otras partes. Al rato, la persona que estaba al lado mío me puso el estetoscopio y dijo: ‘Vamos a parar por un rato’. Yo me dije: ‘Hay un médico acá o alguien que sabe’. Se fueron un rato, luego volvieron y siguieron, hasta que se cansaron... Me sacaron a la rastra porque yo no podía caminar.”

Al otro día, después de un poco de comida y agua, observó por primera vez a la cara al médico que había escuchado en la sala de torturas. “Viene una persona muy amable, yo no tenía el tabique puesto. Se presenta como un médico que me va a curar, se sienta, muy amablemente me dice: ‘¿Cómo estás? ¿Cómo te sentís?’. Me dice que lo que tenía no era grave. Me mira el pie. A todo esto yo lo miro con gran intensidad. Me mira el labio, me da un polvito para favorecer la cicatrización. Al escucharlo hablar, trato de que hable más haciéndole algunas preguntas. Me doy cuenta de que es la misma persona que había hablado al lado mío en la tortura. Tenía grandes ojos y un gran bigote. Tenía unos ojos castaños muy calmos y el cabello muy ondulado. Al día siguiente vuelve a venir, verifica la lastimadura, me cura y se va. No lo vi más.”

Adriana recordó los nombres de compañeros de celdas, los apodos de los represores: el Eléctrico, el Burro, a quien identificó en su tortura; el Víbora, un oficial; el Tiburón, a cargo de la patota; el Lagarto; el Pato: “Era un zoológico”, dijo. En el final, el fiscal Hernán Schapiro le preguntó por su militancia política. “Por supuesto (que milité), dado que había una dictadura en Argentina –respondió–. Y yo tenía el derecho como todos los ciudadanos de resistir a ese grupo sedicioso que se había hecho cargo del gobierno ilegalmente y que torturaba, mataba, desaparecía... Así que yo formaba parte de una organización que se llamaba Organización Revolucionaria Compañero.”


Ampliación de la acusación
La fiscalía y las querellas del proceso por los delitos cometidos en los seis centros clandestinos que integraron el Circuito Camps evalúan ampliar la acusación por homicidio para los imputados. La opción surgió tras la declaración que efectuaron ayer miembros del Equipo de Antropología Forense, quienes identificaron más de diez cuerpos enterrados en los cementerios de Avellaneda y Lomas de Zamora, entre otros. Como la identificación de esas víctimas surgió tras la elevación a juicio, es posible que en la próxima audiencia se pida la ampliación por el delito de homicidio para algunos de los acusados, el ex gobernador de facto Ibérico Saint Jean, su ministro Jaime Lamont Smart, el ex director de Inteligencia de la Policía Miguel Etchecolatz y su chofer Hugo Guallama, entre otros.


“La apropiación ilegal de niños es otro modo de exterminio”


Alicia Lo Giúdice, coordinadora del equipo de psicólogos de Abuelas de Plaza de Mayo, declaró en el juicio por los crímenes cometidos en el Circuito Camps. Explicó las profundas consecuencias que sufrieron los menores apropiados durante la dictadura militar.

(Fuente: Pablo Roesler - Tiempo Argentino)


La apropiación ilegal de niños es otro modo del exterminio", explicó ayer la coordinadora del equipo de psicólogos de Abuelas de Plaza de Mayo, Alicia Logiúdice, en el juicio por los crímenes del Circuito Camps que se realiza en La Plata, donde concurrió como testigo para profundizar sobre los daños psicológicos que sufren los niños y niñas apropiados durante la dictadura. La profesional dijo que mientras dura la apropiación los hijos de los desaparecidos viven en una lógica de campo de concentración, y remarcó que a diferencia de lo que ocurrió en otros genocidios de la modernidad, los militares argentinos se quedaron con lo más preciado de sus opositores políticos: su descendencia.
"La Argentina ha sido un caso casi único, un país en el que aquellos que quisieron exterminar a adultos les quitaron lo más preciado que tenían: su descendencia", dijo la psicoanalista y directora del Centro de Atención por el Derecho a la Identidad, un servicio de salud mental de Abuelas.
Al declarar ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 de La Plata, la profesional enmarcó los daños causados en los nietos recuperados en "la apropiación ilegal de niños bajo el terrorismo de Estado", y explicó que los hijos de los desaparecidos "fueron sustraídos violentamente de un sistema de parentesco para incluirlo, en otro, negando que el origen del vínculo con los apropiadores está construido en base al secuestro del niño y el asesinato de sus padres."
Por eso, la mujer explicó que el modo de vida de los niños apropiados y la convivencia con sus apropiadores bajo una ilegalidad oculta, obedecía a una lógica de campo de concentración. "El joven vivía en un estado de excepción que se convirtió en norma de vida", detalló Logiúdice. Y abundó: "Yo propongo que este tipo de delitos sobre un joven es otro modo del exterminio, porque no los mataron como en la Alemania nazi, pero sí los exterminaron de un sistema de parentesco para incluirlos en otro violentamente". Para explicar las marcas de la apropiación, recordó el primer caso que asistió: el de la primera chica restituida por orden judicial con identificación genética en 1985. Explicó que la menor había sido apropiada cuando tenía casi dos años, razón por la cual sus apropiadores "no pudieron hacerle olvidar su nombre". Sin embargo, remarcó, lo que sí lograron es detener su crecimiento: "Cuando la abuela la ubicó, aseguraba que la nena tenía siete años, pero su apropiador decía que tenía cinco. Las pruebas forenses, de huesos, dieron que se trataba de una nena de cinco años, pero las pruebas de sangre confirmaron que la chica era la que la abuela buscaba. Con la restitución jurídica ella retomó los lazos familiares y desarrolló la altura ósea que le correspondía. Esos son los casos que nos han enseñado el efecto en la subjetividad de esas situaciones", aclaró. Y remarcó que la apropiación de niños "es genocidio" según las Convención Internacional 1948 por ese delito.
También declaró ayer a través de una videoconferencia desde Canadá, la testigo Adriana Chamorro, quien recordó que el médico policial imputado en la causa, Jorge Bergés, participó de las torturas a la que fue sometida en el centro de detención que funcionó en la Brigada de Investigaciones de San Justo. "En la tortura una persona me puso un estetoscopio y dijo: ‘vamos a parar un poco’”, contó, y recordó que al día siguiente ese hombre apareció a cara descubierta en su celda. Cuando recuperó la libertad y se exilió en Canadá, ligó la cara con un nombre: "Cuando Madres y Abuelas publicaron fotos de represores yo identifiqué a Bergés como el médico que me había atendido.”







11 may 2012

Lesa humanidad: se realizará inspección ocular en el juicio por crímenes en el “Circuito Camps”


 El reconocimiento se llevará a cabo el martes próximo, en dos centros clandestinos de detención que funcionaron en la ciudad de La Plata. Se investigan, entre otros casos, los secuestros del “grupo Graiver”, Jacobo Timerman y Jorge Julio López

(Fuente: CIJ)

El Tribunal Oral en lo Criminal N°1 de La Plata encabezará el próximo martes una inspección ocular en el marco del juicio oral que se realiza en aquella ciudad por delitos de lesa humanidad.
El reconocimiento, del que participarán los jueces del tribunal, los representantes del Ministerio Público Fiscal, las querellas y las defensas, se realizará en Comisaría V de La Plata y en el Destacamento de Arana, que funcionaron como centros clandestinos de detención durante el último gobierno militar.
En el proceso se investigan delitos que habrían ocurrido en el denominado "Circuito Camps" en la Provincia de Buenos Aires. Conforme el requerimiento fiscal de elevación a juicio, comprenden 280 víctimas y 26 imputados.
Entre los casos que se investigan se encuentran los hechos conocidos como ‘La noche de los Lápices’, el secuestro del ‘grupo Graiver’ y parte del gobierno de Bidegain, y el secuestro de Jacobo Timerman, de Jorge Julio López, Adriana Calvo, entre muchos otros.

Los imputados son:
1. ALMEIDA, Domingo; Oficial de la Policía de la Provincia de Buenos Aires;
2. CAMPOS, Rodolfo Aníbal: Coronel del Ejército con el cargo de Sub jefe de la Policía de la Pcia. de Bs. As.;
3. GUALLAMA, Hugo Alberto: chofer del Director de Investigaciones;
4. PATRAULT, Luís Vicente: Oficial Principal Seguridad de la Policía de la Provincia de Buenos Aires;
5. ETCHECOLATZ, Miguel Osvaldo: subcomisario a cargo de la Dirección General de Investigaciones de la de la Policía de la Pcia. de Bs. As.;
6. GARCÍA, Carlos: Oficial Principal Seguridad de la Policía de la Provincia de Buenos Aires;
7. LUJÁN, Horacio Elizardo: Jefe de la Unidad Regional de La Plata;
8. ARIAS DUVAL, Alejandro Agustín: coronel del Ejército Argentino;
9. TARELA, Eros Amílcar; Oficial Principal de la Policía de la Policía de la Pcia. de Bs. As.;
10. BERGES, Jorge Antonio; médico de la Policía de la Provincia de Buenos Aires;
11. COZZANI, Norberto; agente y cabo de la de la Policía de la Provincia de Buenos Aires;
12. CABRERA, Roberto Antonio, oficial de la Policía de la Provincia de Buenos Aires;
13. VERDURI, Sergio Arturo; Oficial Inspector de la Policía de la Provincia de Buenos Aires;
14. PAÉZ, Rubén Oscar, Jefe de la Brigada de Investigaciones de La Plata;
15. KEARNEY, Miguel: subcomisario de seguridad en la Brigada de Investigaciones de La Plata;
16. SVEDAS, Fernando: comisario de seguridad y segundo jefe de la Brigada de Investigaciones de La Plata;
17. CORRALES, Bernabé Jesús: segundo Jefe de la Brigada de Investigaciones de La Plata;
18. FERRIOLE, Pedro Antonio: Jefe de la Brigada de Investigaciones de La Plata;
19. MACHUCA, Raúl Orlando: oficial subinspector segundo en la Brigada de Investigaciones;
20. ARGÛELLO, Julio César: Cabo en la Brigada de Investigaciones de La Plata;
21. SITA, Mario Víctor: sargento primero en la Brigada de Investigaciones de La Plata;
22. GRILLO, Roberto Omar: oficial de la Brigada de Investigaciones de La Plata;
23. LENCINAS, Daniel Jorge: oficial ayudante en la Brigada de Investigaciones de La Plata;
24. ANTONINI, Santiago: oficial de la Policía de la Provincia de Buenos Aires.

Carlotto: "No fui desaparecida porque no me encontraron en casa"


La titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, declaró en la causa "Circuito Camps" y sostuvo que ella no fue una desaparecida durante la última dictadura porque no la encontraron en su casa cuando fue allanada tras el secuestro de su esposo Guido Carlotto.


(Fuente: Diario Norte)


‘El 2 de agosto de 1977 el Ejército ocupó la calle y el pasillo (del edificio que habitaba) y estuvieron preguntando por mí, no fui una desaparecida porque no me encontraron ni a mí ni a mis hijos‘, recordó Estela Barnes de Carlotto al declarar hoy ante el Tribunal Oral Federal 1 de La Plata.
Carlotto relató durante 45 minutos el secuestro de su esposo, el 1 de agosto de 1977, liberado 25 días después; y lo que constituyó ‘mi primera experiencia en la búsqueda de una persona que no se sabe dónde está, con la inocencia de no saber qué es lo que estaba pasando‘.
Ese día, Guido Carlotto había prestado a su hija Laura una camioneta de su pinturería para que la joven, que militaba en la Juventud Universitaria Peronista, se mudara de la casa que compartía con un matrimonio de compañeros militantes de apellido Médici-Aued.
Según lo pactado con su hija, la camioneta debía ser devuelta a las 17 de ese día, por lo que al pasar ese horario y no recibir el rodado, el hombre comenzó a sospechar que algo habría ocurrido y, tras evaluarlo con su esposa Estela, resolvió ir a la casa de la que debía mudarse su hija.
‘Esperé hasta la madrugada y Guido no regresó, por lo que me comuniqué con un hermano y decidimos ir a ese domicilio y lo que vimos era algo escabroso, la casa abierta, toda iluminada y ladrones comunes que aprovechaban y se llevaban cosas‘, contó Estela ante el tribunal que preside Carlos Rozanski.
Una vecina le contó que por la tarde fuerzas militares habían allanado la casa y mantenido un tiroteo en el que mataron a un joven, Daniel Mariani, y se habían llevado al matrimonio Medici-Aued.; y que por la noche, un hombre mayor se presentó en la casa y había sido detenido y llevado por la fuerza.
‘Ese hombre mayor resultó ser Guido, ahí tuve la certeza de que estaba secuestrado pero la inocencia era pensar °ya lo van a liberar‘‘, apuntó y explicó que mientras buscaba a su esposo resolvió que debía cuidar a sus dos hijos varones Guido y Remo.
La Abuela de Plaza de Mayo contó que ‘yo pedí licencia y los chicos iban a la escuela industrial Albert Thomas (de La Plata), pasábamos el día en la casa y por la noche íbamos a dormir a la casa de un familiar‘, por lo que el 2 de agosto, cuando un grupo de militares allana su departamento, no la encuentra.
Carlotto contó su peregrinaje en busca de su esposo y cómo se contactó con un hombre que conocía a un profesor universitario miembro de la CNU, Patricio Errecalde Pueyrredón, quien podría tener datos de Guido Carlotto.
‘Me dijeron que debía entregar 40 millones de pesos antes de las 15 horas del día miércoles, yo junté el dinero, vendí cosas, pedí un préstamos, y pagué‘, dijo Estela, que también habló con el general Reinaldo Bignone, a cuya hermana conocía por ser ambas docentes.
‘Me recibió en su casa de Castelar, muy tranquilo y me dijo: ‘vio, señora, pagan justos por pecadores‘ y me aconsejó que no entregara dinero, que había mucha gente inescrupulosa y me dijo que iba a mandar a alguien para que me ayudara‘.

La muerte de su hija
Ya con esposo Guido liberado, Estela debió nuevamente ir a ver a Bignone, esta vez por la desaparición de su hija Laura.
‘Estaba desquiciado, me recibió en el Comando en Jefe del Ejército y me recibió con un revólver arriba del escritorio y me dice: ‘uno les pide que se entreguen, que hay lugares para reeducarlos°y yo le dije que si mi hija Laura había hecho algo que ellos consideraban delito, que la juzguen que nosotras la íbamos a esperar, que no la maten‘, recordó.
‘Yo pensé que ya la habían matado y le dije que si la habían matado, que me entreguen el cuerpo que no quería volverme loca como ahora, que las Madres buscamos a nuestros hijos en las tumbas NN de los cementerios‘, precisó.
Acotó que al serle devuelto el cuerpo de Laura, tras ser asesinada poco después de este encuentro, ‘habrá dicho (Bignone) cuando la maten entreguen el cuerpo a la madre porque ella me lo pidió‘.
Carlotto explicó que su esposo estuvo 25 días detenido ilegalmente en la dependencia policial de Cuatrerismo ubicada en las calles 55 y 14 de La Plata.

Las torturas
‘El 25 de agosto a las 23.30 regresó mi esposo. Regresó un espectro, había perdido 15 kilos y estaba en un estado calamitoso de suciedad, físicamente destruido y marcado por lo que vio (en su cautiverio)y eso lo marcó para que muriera tempranamente‘, recordó.
Explicó que su esposo ‘habló 8 horas ininterrumpidas y nosotros creíamos que estaba loco, todo lo que contaba era tan siniestro, como torturar a una mamá amamantando a su hijo, los alaridos, que quién iba a pensar que iba a haber lugares así, pensábamos que estaba loco‘.
Contó que su esposo le narró sobre la aplicación de torturas y de inyecciones que provocaban ‘descomposturas, vómitos y que cayeran casi muertos‘, y las charlas de los secuestradores sobre el destino de los cuerpos.
Finalmente un día, su esposo oye que alguien, que posteriormente identificó como Ramón Camps, toca su frente y le pregunta si es Carlotto y ante la respuesta afirmativa lo trasladan a los calabozos para días después liberarlo.
La Abuela de Plaza de Mayo también se refirió a los bebés apropiados durante la última dictadura, como por ejemplo María Eugenia Gatica Caracoche, y remarcó que durante la dictadura se puso en marcha ‘un plan sistemático con adultos y con bebés‘.
La defensa de los imputados no efectuó preguntas a Estela de Carlotto, quien se retiró aplaudida por el público que presenció la audiencia.
El Tribunal Oral Federal 1 de La Plata juzga los secuestros y torturas cometidos en los seis centros clandestinos de detención que integraron el denominado ‘Circuito Camps‘, llamado así en alusión al general Ramón Camps, jefe militar de la Policía Bonaerense durante la última dictadura militar.

26 abr 2012

Circuito Camps: comienzan a relatar la triste historia de la familia De la Cuadra


En una nueva audiencia del juicio que acusa a 25 represores por delitos de lesa humanidad en centros clandestinos de La Plata, víctimas y familiares de víctimas describieron más ejemplos de los centros de exterminio instalados en la Ciudad. Estela de la Cuadra comenzó su testimonio de más de cuatro familiares desaparecidos.


(Fuente: Ramiro Laterza - Diariohoy.net)

   
Carlos Renato De Ángelis relató en la audiencia del martes, la desaparición de sus cuatro miembros de su familia: su primo hermano Rubén de Angelis, casado con María Adela Garín, que estaba embarazada de dos meses. Y su hermano, secuestrado en Mar del Plata, Oscar de Angelis, casado con Laura Delma Godoy, también embarazada.

"Éramos un grupo familiar muy unido en Mar Del Plata", relató; fueron juntos al colegio Mariano Moreno, y su primo Rubén se vino a La Plata a estudiar Medicina, "hizo una excelente carrera, se recibió con los mejores promedios, era cardiólogo... tiene una placa en el Hospital San Martin porque fue Jefe de Residentes". Al momento de su secuestro tenía 27 años.

Había participado en el Centro de Estudiantes de la Facultad, pero no pertenecía a ninguna organización política.

A María Adelia Garín la había conocido en la Facultad, ella se había recibido de Pediatra y trabajaba (como contó su hermana María Angélica Garín en la audiencia del 3 de Marzo) en el Hospital San Ramón de Quilmes.

Se habían casado el 19 de Enero de 1976, ahí fue la última vez que Rubén vio a su primo y a María Adelia.  Porque 24 días después, el 13 de enero de 1977 un grupo parapolicial secuestró a María Adelia de 29 años en su trabajo de Quilmes, y a la vuelta, secuestraron a Rubén en su casa.  La familia se enteró a través de una pariente que era farmacéutica en La Plata. Así su padre vino desde Mar del plata, presentó Habeas Corpus, recogió información, pero nunca pudo dar vuelta la historia: Rubén nunca apareció.

Estuvo secuestrado en el Regimiento 7 de Infantería de La Plata, y también en City Bell, en el Batallón de Comunicaciones 601, y esa es la última información recibida por distintos testigos.

Por otro lado, María Adelia estuvo detenida en la Comisaría Quinta, en el Garage Azopardo, Pozo de Quilmes, y finalmente encontraron sus restos en una fosa común del cementerio de Avellaneda, allí se comprobó qué había sido mamá, sin embargo el bebé fue apropiado,  y nunca se supo nada de él o ella.

Carlos Renato, en su testimonió concluyó contando la historia de su hermano Oscar y su cuñada Laura, que fueron detenidos en Mar del Plata el 28/11/77. Ellos, hacía un mes y medio que se habían casado, y estudiaban Derecho en la Universidad Católica y trabajaban. Ella estaba embarazada, tenía 20 años. Él, 21. Ambos están desaparecidos.

Ella le propuso a su hermano ser el padrino de su primer hijo, pero nunca más lo volvió a ver

La familia es de la ciudad de Tres Lomas. Su hermano Mario Coroná se fue de allí a los 12 años, a estudiar a una escuela Agraria  y en 1972 se había ido a La Plata, para cumplir su sueño de estudiar psicología. "Cuando vine lo vi marchar con la JUP, aunque luego me dijeron que había pasado a Montoneros". Para año nuevo se habían comunicado y Dolores le había propuesto ser el padrino de su primer hijo. Esa fue la última vez que hablaron.

Su hermano fue desaparecido en Enero del 77 cuando tenía 24 años; lo capturaron en la calle, "en cercanías de la plaza moreno", relató su hermana, y dijo que un testimonio que lo vio, estaba secuestrado en la BILP, "tenía una herida de arma de fuego en la espalda, y no lo atendían y la herida empeoraba".

"Nacimos de vuelta. Nací ahí"

Angélica Adelaida Campi en 1977 era Arquitecta y tenía un cargo oficial en la parte Técnica de la Corte Suprema de Justicia. Estaba de novia con un Guillermo Abel Almarza, e iban juntos por la calle el 8 de Febrero cuando fueron reducidos y metidos en un auto.

Serían 52 días de secuestros en el cual cambiarían su vida. Recibiría torturas sin saber porqué estaba ahí, y nunca más estaría con su novio.

Se dirigieron "en un trayecto no muy largo", tabicados y con las manos atadas, a lo que luego se enterarían que era Brigada de Investigaciones, Almarza venía en el baúl. Al llegar los ponen a ambos en una celda "donde había mucha gente", después de unos días los meten a ambos nuevamente en el auto, de la misma forma, y los llevan a "un lugar descampado, donde se escuchaba un tren", el que luego supieron era el Pozo de Arana. "Fue uno de los peores momentos de mi vida porque pensé que me iban a matar", relató Angélica y dijo que quienes la llevaban iban discutiendo de qué manera la iban a asesinar.

En ese momento fue cuando no vio nunca más a su novio. Llegó a una celda y "por debajo de la venda de los ojos vi que había mucha gente tirada en el piso muy lastimada, quejándose", describió; "realmente era un momento de mucha tensión". Me metieron con dos mujeres, una de ellas embarazada, "tenía los pies muy hinchados". "¿Conoció a algún otro detenido allí"?- le preguntaron desde el Tribunal: "Yo me la pasaba llorando todo el tiempo, así que era imposible hablar conmigo".

Después la llevaron a un determinado lugar, "me preguntaron formalmente qué hacía yo", allí la hicieron desnudar y la tiraron en "una especie de colchón de alambre", y le pasaron la picana... "bueno yo no tenía nada para decir así que me dejaron".

A los días vuelve a la Brigada. Estuvo todos los días con una tal Vilma Susana. Finalmente la liberaron el 27 de Marzo. Cuando llegó a su casa, los padres estaban destrozados, su mama en la cama y su papá, un funcionario de la Corte, había tramitado en múltiples lugares para la liberación de su hija. Se había reunido con Ramón Camps quien le dijo "cuando su hija salga, que me venga a ver", cosa que no sucedió. Además durante los siguientes tres meses, un oficial iba a "visitarme a casa, dábamos vueltas por la Ciudad hablando incoherencias", hasta que un día le dijo que se vaya a hacer el documento nuevo, y a partir de allí no volvió más.

Además relató que desde el Poder Judicial la obligaron a renunciar, y le recomendaron al padre que "no presente Habeas Corpus". La querella pidió al Tribunal que se oficie una búsqueda de quienes eran los jefes de aquel momento.

"Nacimos de vuelta, nací ahí", dijo como para hacer un corte en el testimonio que refleje el corte que sufrió en su vida durante aquel tormento.

Los restos de Guillermo Abel Almarsa, relató, fueron hallados a comienzós de los 90´por el Equipo de Antropología Forense en el Cementerio de La Plata. Ninguna de las partes tenía esta información, y es relevante porque ya han aparecido otros datos de secuestrados que finalmente fueron asesinados, y esto complementa la actuación que se puede realizar contra los represores por casos de homicidios.

"¿Estuvo usted secuestrado durante la última dictadura militar?"

Ante la pregunta, dijo: "Aclaro que esto ya lo declaré como cinco veces", comenzó el relato de Diego Barreda

"Fui secuestrado el 14 de Julio de 1978 llegando de mi trabajo a mi casa de Ringuelet en 509 entre 10 y 11". Era un grupo de civil entre 6 y 10 personas que lo tabicaron y lo tiraron en la caja de una camioneta donde había otro detenido. La patota no era de La plata, porque no sabían los números de las calles, pero de todas maneras "se las ingeniaron para llegar al Camino Centenario".

"Llegué a un lugar donde me tomaron la presión", relató Barreda como una anécdota. Era el Pozo de Quilmes.  "Al rato me llevaron a "la parrilla" donde me metieron picana y me desvanecí varias veces". Le pusieron a un "quebrado" al lado para que certifique todo lo que el torturado no decía. "Un quebrado es alguien que carece de objetividad y voluntad y que, ante lo que le quieran atribuir no da más y dice todo que sí, entonces me inculcan todo lo que él decía".  Estuvo tres días ahí y es llevado al Pozo de Banfield.

Allí lo pusieron en una celda con el "quebrado" y con un estudiante de arquitectura, a quien lo largan a los 15 días. "El otro, Rodolfo Nani, estuvo conmigo hasta el Consejo de Guerra", adelanta Barreda como anticipando un final inesperado. Relató que había una mujer uruguaya llamada María Artigas que estaba embarazada y fue asesinada: "me había pedido que busque la nena, ella sabía que se la iban a quitar, no es de mucho intelectualidad saber que a ella la iban a matar... esta compañera tuvo ahí la nena, yo escuché el llanto cuando la nena nació pero María no apareció".

A los tres meses fue a parar a la Comisaría Octava de La Plata, "era para algunos la situación previa al blanqueo", pero..."un oficial me dijo que había un cuello de botella en mi casa", o sea que no lo podrían liberar. "En esta comisaría había un destacamento policial normal adelante y un centro clandestino atrás". Estuvo un mes en esa situación, hasta que un coronel se sentó con él, le apoyó una pistola en el escritorio (para ver si la agarraba) y le dijo que iba a ir a un consejo de Guerra.  Ahí lo llevan a villa devoto..."en el consejo de guerra me interrogaron un poco más, yo seguí negando, y se declararon incompetentes"; siguió en Devoto un tiempo y después lo mandaron a blanquear a la unidad 9. "Allí me engordaron y me bañaron, como se solía hacer".

Retomó y dijo: "Creo que a los efectos de lo que tenía que declarar hoy, entiendo que tiene que ver con los compañeros con quienes estuve durante un mes en comisaria 8°; aclaro que hicimos un reconocimiento con usted (mirando a Rozansky) y con Julio López, que además de ser albañiles éramos dos blanqueados en la octava".

"Era una condena para mi estar con una persona que ni se animaba a pedir agua ese era su deterioro físico y psicológico", relató por Nani.

Contó que una noche metieron en su celda a tres personas más que venían de 18 meses de secuestro; se quedaron conversando durante 4 horas. Resultaban ser Baratti, Bonin (quien trabajaba en el Astillero Río Santiago, al igual que quien daba el testimonio) y Fracaroli. Ellos creían que estaban ahí porque los iban a matar. Allí fue que Bonin le dijo: "si volvés al Astillero y si encuentran mis huesos, mi voluntad es que mis huesos estén en la entrada del Taller de Escultura del Astillero de Rio Santiago porque ese es mi mundo". La mañana siguiente los sacan y nunca más los volvería a ver. "Fueron fusilados, otro término no hay".

Fue blanqueado luego en la Unidad 9 y posteriormente recuperó la libertad; allí se negó a irse del país, a pesar de que dos legisladores norteamericanos ya lo tenían todo organizado, "las madres no me creían".

Estela de la Cuadra: relato de una mujer que le secuestraron hasta la casa

"Estela, buenas tardes, queremos que nos comentes si tenés algún familiar que estuvo desaparecido durante la última dictadura militar"... y comenzó la lista:

Su Hermano, Roberto José De la Cuadra, hermana Helena de La Cuadra (embarazada), cuñado Hector Baratti (el único que aparecieron sus restos), también su marido; y su hijo estuvo algunos meses desaparecido. "También se quedaron con mi casa, hasta la actualidad", remató sarcásticamente, como riéndose de su propia tragedia.

Durante esta audiencia del martes 17 de Abril, a razón de que ya eran las 20 hs, sólo relató las desapariciones de su hermano y su hermana, pero con un orden, una precisión y un conocimiento del marco político y contextual intachable.

Durante la noche del 2 de Septiembre del 76, cuando el clima era extremamente complicado para las organizaciones políticas, Roberto José De la Cuadra estaba "teniendo una reunión sindical" en la casa de sus padres (aunque tenía su familia y su casa propia), junto a sus compañeros: Raúl Bonaffini (trabajador de YPF) y Daniel Sampedro. Roberto les contó que el día anterior había estado repartiendo volantes clandestinamente en el baño de la Destilería, contra la expedición horaria: "Ellos habían conseguido trabajo de 6 horas y la dictadura lo había vuelto a 8hs"; sin embargo un delegado del sindicato SUPE, lo vio.  

"¿Qué domicilio tenés en el trabajo?", preguntó Bonafini. La casa de sus padres, fue la respuesta y la exigencia, ahímismo, de sus compañeros: "Rajemos de acá".

Cuando la patota llegó a buscarlo a la casa de sus padres en 65 y 12, los militantes ya no estaban. Se la comienzan a llevar a la madre Alicia, hasta que luego de bajar el ascensor se cruzaron con Roberto que volvía a dejarles el auto: "¿Lo conoces?", le preguntaron a la señora. "Nunca lo vi en mi vida", respondió "Licha" de la Cuadra, futura fundadora de las Madres. Finalmente uno de los policías lo reconoció, se lo llevaron, y a la señora la dejaron volver a su casa.

La esposa de Roberto, Gladys, al enterarse del secuestro fue a buscar su expediente a YPF para realizar un  Habeas Corpus, pero la detuvieron durante un tiempo: "ella no está en condiciones de declarar", resumió Estela.

Luego realizó un extenso relato sobre la búsqueda de sus padres por Roberto José: análisis de los archivos de la DIPBA, restos encontrados por la zona de Berisso. También hizo una amplia y justificada denuncia de que los delegados de la fábrica, del sindicato SUPE, la "burocracia sindical",  participó dándole la mano a la patronal", en el secuestro de Roberto José, sus compañeros y otros trabajadores "de militancia sindical anti burocrática".

Roberto José fue visto en Comisaria Quinta: "La primer noticia que tenemos es que Elenita manda un mensaje con una compañera que había compartido cautiverio y dice estoy bien, el embarazo sigue, están Roberto José y mi marido (Héctor Baratti)".

Allí Estela, muy ordenada en su amplia declaración, decide pasar a la desaparición de "Elenita", su hermana.

Por la noche del 23 de Febrero de 1977, estaban reunidos en el consultorio odontológico de Norma Estela Campaño de Serra varias personas, entre ellas Elena de la Cuadra, su esposo Héctor Baratti, Pedro Simón Campaño, Eduardo Roberto Bonin, y Fracaroli.

Elena era maestra jardinera y estaba embarazada.

Allí hubo un gran operativo, suben a los techos, ocupan dos o tres casas de al lado, e intiman a que se entreguen: "primero sale mi hermana, después su compañero...". Allí se dedican a "saquear la casa" y, según Adriana Calvo, esa noche llegan a la Comisaría Quinta. Una parte de la patota se los lleva, una cuadrilla se quedó campaneando el barrio ("hicieron una ratonera"), y otro grupo se dispuso a saquear la casa.

Habeas Corpus, en Provincia y en Nación, reuniones con autoridades eclesiásticas, realizaron "fichas" de archivo. Mientras tanto recibían algunos mensajes, ya que estaban detenidos juntos: Roberto José, su hermana Elena, y Baratti. "Llegaban mensajes enviados por Baratti, que decían que Elena había tenido una nena que le habían puesto Ana, nacida el 23 de junio de 77". Hay un testimonio que dijo que el parto fue en la Comisaría Quinta.  También está el testimonio de Fernández, que su hermana Lidia la asistió en el parto; "un  relato muy duro, en Comisaria 5 su relato fue muy duro porque la traían destrozada, humillada, porque la llevaban para violarla".

Hasta allí pudo continuar Estela de la Cuadra. Una mujer signada por la desaparición, la tortura, y la ausencia de sus familiares. Su sobrina Ana sigue apropiada. Su madre "Licha" fundadora de las Madres de Plaza de Mayo junto con "Chicha" Mariani, falleció hace algunos años.  Su hermano, su hermana y su esposo están desparecidos, fueron encontrados los restos de su cuñado, y si casa sigue en manos de represores.

El testimonio de Estela continuará el 7 de Mayo, cuando se retome el juicio.






20 mar 2012

Testimonio de Sabino Abdala (19/03/12)

     Durante 17 años me llamé de otra manera: Federico Gabriel Wojtowicz. Porque mis padres Susana Falabella y José Abdala, estaban en ciudad de La Plata, vivíamos acá, y el 16 de marzo de 1977, un grupo de policías, al mediodía, irrumpen en nuestra casa y nos llevan: a mis padres, a mí, y a María Eugenia Gatica que era hija de un compañero de militancia.
      Nos llevaron a la Comisaría Quinta de La Plata. Después a nosotros dos, a María Eugenia que tenía 14 meses y a mí, nos llevan a la Brigada Femenina de La Plata y mis padres se quedan en la comisaría. Yo tenía dos años y medio.No me acuerdo nada de lo que sucedió.
      Me llevan a la Brigada Femenina y de ahí me entregan a una familia de San Justo, él era médico y su esposa administraba una clínica. Supuestamente tenían relaciones con la represión. Ellos eran Vladimiro, el médico y Teresa Mastronicola, la esposa, y tres hijos (…). Cuando llegué estaban ellos y después nació un hijo más.
    Al tiempo, me fui dando cuenta porque ellos eran rubios y yo morocho. A la edad de 9 - 10 años me empezó a picar el bichito de la duda. Entonces, me cuentan (…) que mis padres habían fallecido, que ellos me adoptaron y para que tenga los mismos derechos que mis hermanos me había inscriptos como hijo suyo. Me dijeron que mis padres fallecieron en un accidente de autos. Cuando me cambian la partida de nacimiento, me cambian la fecha: yo nací el 27 de julio de 1974 y me ponen como que nací el 3 de agosto de 1976.
    En el año 1993, yo vuelvo de unas vacaciones y mi madre adoptiva me cita en la oficina de ella y me dice que podría ser hijo de desaparecidos, que hay un juez que mandó una citación para ver si me quería hacer el examen de ADN. Estaba sorprendido, no había tanta información y se sabía muy poco de la búsqueda de Abuelas. Voy a ver al juez y me explica la situación, entonces me pregunta si me quería hacer el examen de ADN, yo accedo. Me hago el examen en el Durand. Conozco a mi familia biológica, en 1993,  en diciembre.
   Previamente, mi familia biológica se había acercado a donde yo estudiaba en el Colegio Ward en Ramos Mejías. Un primo biológico, Marcelo, se acercó, me habló y me hizo una pregunta (…). Creo que cerca de un coche estaba mi tía y el esposo y fueron para verme en persona, porque les había llegado una información de que podía estar ahí. No sabía por qué había sido y pensé que me iban a secuestrar, le avisé al guardia y llamaron a la policía. Eso fue cuando todavía estaba en el colegio, así que en el ´92.  El juez me cita en el ´93, después de eso pude entender el episodio ese. Yo pensé totalmente lo contrario: Era para recuperarme de un secuestro, no para secuestrarme.
(…)
     En el ´93 me hice el examen, después estuve casi hasta 1998 para recuperar mi identidad. Me quedé con mi familia apropiadora durante 4 ó 5 años. (...) En esa época tuve un estado de confusión muy grande y no aceptaba quien era, tarde 5 años. En el ´93 me hice el examen, dio positivo y conocí a mi familia, pero después el proceso de recuperar mi identidad fue más largo y más doloroso que un pinchazo. Uno recupera su identidad con un poco de sangre pero en realidad tarda mucho más en recuperar todo lo que pasó y asimilar el dolor y la pérdida.
    Hoy tengo una excelente relación con mi familia biológica, pero los primeros años fue una relación turbulenta. Como también era mi vida en ese entonces porque me tuve que adaptar a una situación que es imposible describir porque hay sentimientos, hay historia, hay presiones, muchas cosas a las que la persona que recupera la identidad queda expuesta, y con el tiempo uno puede tener una relación excelente con la familia. La biológica, no?
      El daño que sufrí y sufrieron los hijos que fueron arrancados de sus padres es irreparable. La justicia puede condenar a los asesinos y torturadores, pero hay más y todavía falta que 400 chicos recuperen su identidad. El daño sigue estando, ojala que los acusados si tienen información que tengan un poco de valentía y la brinden al tribunal. 

15 mar 2012

Declara el nieto Sabino Abdala en la causa Circuito Camps

Abuelas de Plaza de Mayo informa que el próximo lunes (19/03) a las 13.30 horas, en el juicio oral y público por el denominado "Circuito Camps", brindará su testimonio el nieto restituido Sabino Abdala, secuestrado junto a sus padres cuando tenía poco más de dos años de edad.
En las audiencias, ya se ha hecho mención a la presencia de niños que permanecieron detenidos-desaparecidos en la Comisaría Quinta de La Plata. El 16 de marzo de 1977, Sabino fue llevado a ese centro clandestino con sus padres Susana Falabella y José Abdala, militantes de la organización Montoneros. Junto a ellos se encontraba María Eugenia Gatica Caracoche, la hija de casi un año de Ana María Caracoche y Juan Oscar Gatica, quien también fue secuestrada. 
En 1992, Sabino fue localizado en poder de un matrimonio que lo inscribió como hijo propio, tras haber permanecido alejado de su familia desde la fecha del secuestro. En 1998 la justicia le restituyó su verdadera identidad. Sus padres continúan desparecidos.
En tanto María Eugenia, que había sido inscripta como hija propia por el comisario Rodolfo Oscar Silva y su esposa Armanda Elisabeth Colard, recuperó su identidad el 18 de septiembre de 1985, y desde entonces viven con sus padres, Ana María y Juan Oscar, y sus hermanos, Felipe, María Paz y Manolo, en Brasil.
En la causa por los campos de concentración que comandó el entonces general y jefe de la Policía Bonaerense Ramón Camps, están imputados 25 represores en perjuicio de 281 víctimas de delitos de lesa humanidad, entre ellas once mujeres embarazadas, tres niños nacidos en cautiverio y cuatro chicos secuestrados junto a sus padres.
El debate oral se desarrolla los días lunes y martes en la sede de la ex Amia, en las calles 4 entre 51 y 53.
Agradecemos el acompañamiento de los medios y de la sociedad en general para que estos delitos aberrantes nunca más se repitan.

La Plata, 15/03/11