20 mar 2012

Testimonio de Sabino Abdala (19/03/12)

     Durante 17 años me llamé de otra manera: Federico Gabriel Wojtowicz. Porque mis padres Susana Falabella y José Abdala, estaban en ciudad de La Plata, vivíamos acá, y el 16 de marzo de 1977, un grupo de policías, al mediodía, irrumpen en nuestra casa y nos llevan: a mis padres, a mí, y a María Eugenia Gatica que era hija de un compañero de militancia.
      Nos llevaron a la Comisaría Quinta de La Plata. Después a nosotros dos, a María Eugenia que tenía 14 meses y a mí, nos llevan a la Brigada Femenina de La Plata y mis padres se quedan en la comisaría. Yo tenía dos años y medio.No me acuerdo nada de lo que sucedió.
      Me llevan a la Brigada Femenina y de ahí me entregan a una familia de San Justo, él era médico y su esposa administraba una clínica. Supuestamente tenían relaciones con la represión. Ellos eran Vladimiro, el médico y Teresa Mastronicola, la esposa, y tres hijos (…). Cuando llegué estaban ellos y después nació un hijo más.
    Al tiempo, me fui dando cuenta porque ellos eran rubios y yo morocho. A la edad de 9 - 10 años me empezó a picar el bichito de la duda. Entonces, me cuentan (…) que mis padres habían fallecido, que ellos me adoptaron y para que tenga los mismos derechos que mis hermanos me había inscriptos como hijo suyo. Me dijeron que mis padres fallecieron en un accidente de autos. Cuando me cambian la partida de nacimiento, me cambian la fecha: yo nací el 27 de julio de 1974 y me ponen como que nací el 3 de agosto de 1976.
    En el año 1993, yo vuelvo de unas vacaciones y mi madre adoptiva me cita en la oficina de ella y me dice que podría ser hijo de desaparecidos, que hay un juez que mandó una citación para ver si me quería hacer el examen de ADN. Estaba sorprendido, no había tanta información y se sabía muy poco de la búsqueda de Abuelas. Voy a ver al juez y me explica la situación, entonces me pregunta si me quería hacer el examen de ADN, yo accedo. Me hago el examen en el Durand. Conozco a mi familia biológica, en 1993,  en diciembre.
   Previamente, mi familia biológica se había acercado a donde yo estudiaba en el Colegio Ward en Ramos Mejías. Un primo biológico, Marcelo, se acercó, me habló y me hizo una pregunta (…). Creo que cerca de un coche estaba mi tía y el esposo y fueron para verme en persona, porque les había llegado una información de que podía estar ahí. No sabía por qué había sido y pensé que me iban a secuestrar, le avisé al guardia y llamaron a la policía. Eso fue cuando todavía estaba en el colegio, así que en el ´92.  El juez me cita en el ´93, después de eso pude entender el episodio ese. Yo pensé totalmente lo contrario: Era para recuperarme de un secuestro, no para secuestrarme.
(…)
     En el ´93 me hice el examen, después estuve casi hasta 1998 para recuperar mi identidad. Me quedé con mi familia apropiadora durante 4 ó 5 años. (...) En esa época tuve un estado de confusión muy grande y no aceptaba quien era, tarde 5 años. En el ´93 me hice el examen, dio positivo y conocí a mi familia, pero después el proceso de recuperar mi identidad fue más largo y más doloroso que un pinchazo. Uno recupera su identidad con un poco de sangre pero en realidad tarda mucho más en recuperar todo lo que pasó y asimilar el dolor y la pérdida.
    Hoy tengo una excelente relación con mi familia biológica, pero los primeros años fue una relación turbulenta. Como también era mi vida en ese entonces porque me tuve que adaptar a una situación que es imposible describir porque hay sentimientos, hay historia, hay presiones, muchas cosas a las que la persona que recupera la identidad queda expuesta, y con el tiempo uno puede tener una relación excelente con la familia. La biológica, no?
      El daño que sufrí y sufrieron los hijos que fueron arrancados de sus padres es irreparable. La justicia puede condenar a los asesinos y torturadores, pero hay más y todavía falta que 400 chicos recuperen su identidad. El daño sigue estando, ojala que los acusados si tienen información que tengan un poco de valentía y la brinden al tribunal. 

15 mar 2012

Declara el nieto Sabino Abdala en la causa Circuito Camps

Abuelas de Plaza de Mayo informa que el próximo lunes (19/03) a las 13.30 horas, en el juicio oral y público por el denominado "Circuito Camps", brindará su testimonio el nieto restituido Sabino Abdala, secuestrado junto a sus padres cuando tenía poco más de dos años de edad.
En las audiencias, ya se ha hecho mención a la presencia de niños que permanecieron detenidos-desaparecidos en la Comisaría Quinta de La Plata. El 16 de marzo de 1977, Sabino fue llevado a ese centro clandestino con sus padres Susana Falabella y José Abdala, militantes de la organización Montoneros. Junto a ellos se encontraba María Eugenia Gatica Caracoche, la hija de casi un año de Ana María Caracoche y Juan Oscar Gatica, quien también fue secuestrada. 
En 1992, Sabino fue localizado en poder de un matrimonio que lo inscribió como hijo propio, tras haber permanecido alejado de su familia desde la fecha del secuestro. En 1998 la justicia le restituyó su verdadera identidad. Sus padres continúan desparecidos.
En tanto María Eugenia, que había sido inscripta como hija propia por el comisario Rodolfo Oscar Silva y su esposa Armanda Elisabeth Colard, recuperó su identidad el 18 de septiembre de 1985, y desde entonces viven con sus padres, Ana María y Juan Oscar, y sus hermanos, Felipe, María Paz y Manolo, en Brasil.
En la causa por los campos de concentración que comandó el entonces general y jefe de la Policía Bonaerense Ramón Camps, están imputados 25 represores en perjuicio de 281 víctimas de delitos de lesa humanidad, entre ellas once mujeres embarazadas, tres niños nacidos en cautiverio y cuatro chicos secuestrados junto a sus padres.
El debate oral se desarrolla los días lunes y martes en la sede de la ex Amia, en las calles 4 entre 51 y 53.
Agradecemos el acompañamiento de los medios y de la sociedad en general para que estos delitos aberrantes nunca más se repitan.

La Plata, 15/03/11

6 mar 2012

Testimonio de la Abuela Ledda Barreiro

Abuelas de Plaza de Mayo informa que el lunes (05/03), en el juicio oral y público por el denominado “Circuito Camps”, Ledda Barreiro, referente de la filial marplatense de la asociación, testimonió sobre el secuestro de su hija, Silvia Graciela Muñoz. No es la primera vez que declara frente a un tribunal, lo hizo cuando se juzgó a uno de sus carceleros en el centro clandestino que funcionó en la Base Aérea de Mar del Plata, donde estuvo detenida, y en la mega-causa por el funcionamiento del centro clandestino conocido como La Cueva, en la misma ciudad.
Su hija, Silvia y la pareja, Gastón Andrés Larrieu, fueron secuestrados en la ciudad de La Plata, a fines de diciembre del año 1976. Ambos militaban en la organización Montoneros. La joven estaba embarazada de dos meses, y pensaban llamar Ramiro o Mariana al bebé que esperaban. Por testimonios de sobrevivientes, pudo saberse que permaneció detenida en la Comisaría 5° de La Plata y en los CCD "Pozo de Arana", y "Pozo de Banfield". Ledda y su familia, aún buscan al niño/a nacido en cautiverio.

Textuales

Persecución política
Llego un momento en el que sólo mi hijo menor no estaba desaparecido. En 1975, en Mar del Plata, integrantes de la Concentración Nacional Universitaria (brazo universitario de la Triple AAA) hostigaban mi casa. Una noche, mi hija estaba estudiando en la casa de mis padres con mi otro hijo y mi nuera embarazada, y entran a mi casa. Torturaron a mi hijo menor que entonces tenía 9 años, porque no les queríamos decir donde estaban. Ninguno de los tres dijimos nada.
Entonces nos fuimos. Mi hija vino a La Plata a vivir con Gastón Andrés Larrieu (así se llamaba mi yerno). Mi hijo se va a Mendoza con su mujer y la nena de 15 días, y cuando llegan el ejército los estaba esperando, aunque todavía no se había producido el golpe de estado.
Nosotros nos fuimos a Bariloche. Allí aparece mi hija Silvia para decirnos que teníamos que ir a buscar a mi hijo, la bebe y la señora, a Mendoza. Después de tres meses lo encontramos porque en la portada del diario los andes estaba la foto de mi hijo, y de mi nuera… con el diario en la mano me fui al Comando. (…) Después fui a la Penitenciaria  y dije la mentira más grande de mi vida: que me mandaban del Comando para que pueda ver a mi hijo. El director que era un civil, me hace pasar al despacho, mi hijo más chico me apretaba el brazo, entonces en vez de llamar al Comando dice: “traigan al recluso Muñoz”. Estuvieron desaparecidos tres meses, y después mi hijo estuvo 7 años y medio preso, mi nieta estuvo su primer año en la cárcel de Mendoza y mi nuera más de cuatro años.
A mi hijo lo trasladan a la Unidad 9, entonces combinábamos con Silvia el encuentro mensual.  A Ivone, mi nuera, no la podíamos visitar.
(…)
Silvia en La Plata
Tenía 20 años, en Mar del Plata militaba en la Juventud Universitaria Peronista, estudiaba psicología y trabajaba en un estudio contable. En la plata era empleada domestica. Silvia y su hermano preso se llevaban un año y poquito. En las últimas dos visitas a mi hijo, y los encuentros con ellos dos (se refiere a su hija a la pareja) venir a La Plata era terrible. (…) Una de las últimas veces contamos 12 cuerpos en la vereda tapadas con diarios. Paradójicamente teníamos un Ford falcon, allí llevábamos todo. Silvia nos decía no miren, cierren los ojos y nos íbamos a la casa de ella. 
(…)
La próxima vez había expectativa en el encuentro porque Silvia que era la que organizaba la navidad, el año nuevo, bueno con ella durante meses estuvimos organizando dónde podríamos pasar una noche buena juntos. Mi marido estaba cada vez más triste, pero ella había puesto toda su energía. Quedamos que íbamos a ir a la Boca a pasar la noche buena, y nos dijo que tenía un regalo para hacernos.
Entonces nos comunicábamos por un sistema de posta restante, nosotros le mandábamos de Paraná encomiendas con comida, con poemas y con cartas. Y en las cartas decíamos cómo irnos a pasar esa noche buena, y teníamos la visita a Beto en la Unidad 9, en La Plata. A las 8 de la mañana nos encontramos en una plaza de La Plata, la ví venir con la ropa que yo le había dado (tenía un buzo y un pantalón míos). A las 12 quedaba libre de su trabajo, y ahí iba a estar Gastón y nos íbamos a ir. Pero nos dice: “no se queden en La Plata, no pueden estar tantas horas”. Gastón le estaba enseñando a tocar la guitarra, y ella llegó con las canciones (…).
Nos fuimos a capital federal y a las 12 volvimos. A las 12 ella no aparece, nos había dicho no estén más de 5 minutos. Aparece Gastón solo y dice no llego a casa. Se va a la casa y empezamos a buscarla. Era muy difícil porque era terrible La Plata, no se puede describir. Encontramos un muchacho que iba llorando en la calle, mi marido para el coche, y sube. Estaba buscando a la mujer y a los 5 hijos (nunca supe cómo se llamaba). Buscábamos a Silvia y buscábamos a la familia.
Nos fuimos a la Ciudad de los Niños para pensar qué hacíamos (…) es una pesadilla la desaparición. Nos sentamos en la estación de trenes en miniatura  y Gastón nos cuenta que estaba embarazada, el regalo era el nieto. Volvimos a la calle, volvimos a buscarla. Gastón no quiso venir con nosotros, llego la noche buena y seguimos buscando. Le pedimos a Gastón que viniera con nosotros para estar fuera de La Plata y dijo que él iba a seguir buscando. Y nos despedimos en una vereda y nunca más lo volvimos a ver. A mí me gustaría si supieran de algún testigo que habló alguna vez de él, está doblemente desaparecido.

Al finalizar, Ledda se dirigió al Tribunal
 En mi calidad de abuela que busca a su nieto, digo que ahora son hombres y mujeres que a su vez tienen hijos. No hay una generación que no sabe quién es sino que hay dos. Les voy a pedir a estos señores que están atrás mío como Bergés... El sabe dónde está mi nieto. Una vez hasta pensé en sacar turno en el consultorio para saber, porque él sabe. Antes de morir, total alguna vez nos vamos a morir todos, déjennos una carta y digan dónde están, para que por lo menos ellos sepan quiénes son y que los estamos buscando desde hace una vida y que no fueron abandonados, que los amamos y los estamos esperando. Es un llamado con toda la nobleza de que soy capaz en este estado ante mis enemigos porque ellos saben.

El relato de Alejandra Santucho

Se refirió al operativo en el que secuestraron a su hermana Mónica, de 14 años de edad, y asesinaron a sus padres, Catalina Ginder y Rubén Heldy Santucho, en la localidad platense de Melchor Romero. La pareja fue asesinada en ese momento, y sus cuerpos ingresaron al cementerio local siendo sepultados como NN.
Mónica sobrevivió al operativo y fue secuestrada. Por testimonios de sobrevivientes, pudo saberse que a fines de diciembre de 1976 se encontraba detenida en el CCD "Pozo de Arana". Hasta el 15 de enero de 1977, permaneció detenida en la Comisaría 5° de La Plata. En mayo de 2009, en el marco de la Iniciativa Latinoamericana para la Identificación de Personas Desaparecidas llevada adelante por EAAF, Mónica fue identificada. El trabajo realizado por dicho equipo permitió saber que los restos de la joven fueron inhumados como NN en una fosa común del cementerio de Avellaneda, entre enero y febrero de 1977. El 14 de octubre de 2009 sus restos fueron inhumados en el cementerio de Bahía Blanca.

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