5 abr 2013

El ministro que recibió perpetua


Veintitrés condenas por crímenes cometidos en los centros clandestinos del Circuito Camps. Jaime Smart, ministro de Gobierno bonaerense durante la última dictadura, es el primer funcionario civil de alto rango condenado por crímenes de lesa humanidad. Se ordenó arrestar al ex ministro de Justicia Alberto Rodríguez Varela.

(Fuente: Alejandra Dandan - Página/12)

“Fue una condena ejemplar, completísima; cada uno de esos nombres me resonó en el corazón y saber que los canallas están condenados de modo ejemplar muestra que todo esto, cada una de estas cosas se está acomodando en su lugar”, dijo la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Carlotto, apenas se levantó de su silla, mientras la sala repleta del teatro de la ex AMIA de La Plata, donde se celebró el juicio, cantaba: “Como a los nazis, les va a pasar, a dónde vayan los iremos a buscar”.

Los 23 acusados por los crímenes cometidos en el llamado Circuito Camps fueron condenados, 16 de ellos a prisión perpetua. Los delitos fueron definidos como genocidio. La primera condena que se escuchó fue la de Jaime Smart, el ex ministro de Gobierno bonaerense, que atravesó el juicio sostenido por editoriales del diario La Nación a las que el Tribunal Oral Federal 1 definió como “maniobras” destinadas a “presionar” sobre el fallo. Los jueces Carlos Rozanski, Mario Portela y Roberto Falcone condenaron a Smart a prisión perpetua por el homicidio de Jorge Rubinstein, abogado del grupo Graiver, secuestrado en una trama que se desarrolló en el corazón de Papel Prensa, y por 57 privaciones ilegítimas de la libertad. Los jueces también impulsaron una investigación por los otros 32 homicidios probados durante el juicio y ordenaron la detención inmediata y reclamada desde hace años del entonces fiscal de estado bonaerense Alberto Rodríguez Varela, que luego fue ministro de Justicia, porque los testimonios probaron que entrevistó a los Graiver en Puesto Vasco.

“Uno de los civiles que se de-sempeñó como máxima autoridad en la dictadura militar fue condenado a cadena perpetua porque está a la par de la responsabilidad de los jefes militares y es importante que se investigue y que tengan las mismas penas”, dijo el canciller Héctor Timerman, sentado en las primeras filas, en un juicio en el que declaró por el secuestro de su padre. Alrededor, la sala seguía cantando. Y salía despacio pero “emocionada” la abuela María Isabel Chorobik de Mariani.

Apenas llegó al teatro, con su bastón y esos anteojos negros que le protegen los ojos que ya casi no ven, pero siguen esperando justicia, Chicha entró ovasionada. Julio López fue homenajeado por la sala y por el Tribunal, que ordenó la investigación de cada uno de los torturadores que nombró.

Cuando comenzó el juicio, los acusados eran 24, entre ellos dos civiles: Smart y el ex gobernador Ibérico Saint Jean, que murió durante el juicio. Los jueces condenaron a 16 de ellos a prisión perpetua. Entre esas perpetuas están los jefes del circuito, de los centros clandestinos, y de los operativos que estuvieron en la calle 30, donde funcionó la sede de prensa de la columna sur de Montoneros y mataron a tres militantes, entre ellos la nuera de Chicha Mariani, y de donde secuestraron a su nieta Clara Anahí.

Entre los condenados de mayor rango estuvo Rodolfo Aníbal Campos, ex coronel del Ejército y parte del estado mayor bonaerense, condenado por 21 homicidios y Miguel Etchecolatz, comisario y director de la Brigada de Investigaciones de la Plata, centro clandestino que funcionó de ingreso para los detenidos.

Los acusados entraron a la sala en fila. Detrás de Smart, el último fue Etchecolatz. Camisa blanca, traje con los botones atados, una escarapela y un rosario atravesado al cuerpo como una bandera. Cuando todavía intentaba sentarse, la sala le gritó: “¡Julio López, presente!”. Etchecolatz fue condenado a perpetua por 15 homicidios calificados, entre ellos los de las víctimas de la calle 30. Y por 101 secuestros. Cuando Rozanski terminó de leerle la sentencia, Etchecolatz, con su figura escuálida, dejó la silla y se levantó. Tres policías se le parapetaron enfrente. Le pusieron los tres escudos adelante. Nadie sabía qué iba a hacer. La sala le dijo todo: “¡Asesino! ¡Te vas a morir en la cárcel!”. El no se movía. “¡Violador!”, le dijeron.

En ese momento sacó un papel, y lo desplegó en el aire tan rápidamente como lo haría con un arma. “162 policías muertos, Justicia, donde estás”. Y en la otra parte del cartel: “Ya llegará el juicio y castigo para la justicia corrupta”. Rozanski lo paró: “El señor Etchecolatz va a abandonar la sala”.

La densidad que tuvo el fallo es compleja y enorme. Entre los nombres más simbólicos recibieron perpetua Hugo Alberto Guallama, ex chofer de Etchecolatz; Carlos “El Oso” García, por Comisaría 5ª y calle 30; Fernando Svedas, comisario de Seguridad y segundo jefe de la Brigada de Investigaciones de La Plata. El médico y partero Jorge Antonio Bergés recibió 25 años de prisión, entre otros casos, por la apropiación de Pedro Nadal García.

Antes de las condenas, el Tribunal hizo dos declaraciones que servirán para otros juicios: 1) Sobre el tipo de responsabilidad de las acciones penales: entendieron que todos son “autores directos” como funcionarios públicos que integraron el aparato organizado del poder represivo y con independencia del tipo de intervención que tuvieron, como pidió la querella de la Secretaría de Derechos Humanos. 2) Definieron los delitos como genocidio. Todas las querellas e incluso la fiscalía habían pedido condenas por ese delito específico y no como suele hacerse, en el “marco del genocidio”. El Tribunal tomó el reclamo, aunque ante posibles planteos de la defensa abrió la opción de definirlos también como de lesa humanidad. “Considerando que las conductas de los imputados estuvieron dirigidas inequívocamente al exterminio de un grupo nacional, importan la comisión del delito internacional de genocidio”, dijo Rozanski y en la sala explotó un aplauso.

Los casos
Papel Prensa fue uno de los ejes de la causa, a través del secuestro de los Graiver, entre ellos Lidia Papeleo y Rubinstein. Era el único homicidio por el que Smart podía recibir la perpetua. El Tribunal lo dio por probado. Sobre este eje pronunció otras dos líneas clave en la lectura final: 1) Ordenó detener al ex fiscal Alberto Rodríguez Varela, que según los testimonios se entrevistó con los Graiver durante su secuestro en Puesto Vasco, en una acción presuntamente vinculada con el traspaso de la empresa Papel Prensa; y 2) Remitió las copias de todas las declaraciones producidas en este juicio para que se investiguen como pruebas en la causa que tramita en Buenos Aires de Papel Prensa.

Otro eje fueron los pedidos de nuevas investigaciones. En línea con el pedido de Guadalupe Godoy de la querella de Justicia Ya!, ordenó investigaciones sobre responsabilidades eclesiásticas y judiciales. Impulsó una investigación sobre Emilio Grasselli, el ex vicario castrense del Ejército y por primera vez sobre el Seminario Mayor San José de La Plata. Ese lugar, evocado por los secuestrados como el espacio desde donde oían el sonar de las campanas desde el cautiverio en la Comisaría 5ª, proveía comida al centro clandestino, según probaron las testimoniales de este juicio. Se ordenó además investigaciones a los “cómplices” de la justicia federal, provincial y de Policía de la Provincia de Buenos Aires que aún siguen pendientes. Y los jueces le pidieron a los ejecutivos de Nación y de Provincia instrumentar los medios para desafectar los lugares que funcionaron como centros clandestinos de detención para preservarlos como sitios de la memoria. Especialmente enfáticos fueron con el Pozo de Arana y la Comisaría 5ª.

Pidieron que se ordene la notificación de las condenas de Smart y de Bergés a sus respectivas instituciones de profesionales. Y como último punto, el Tribunal en pleno hizo la denuncia sobre La Nación. Anunció que pondrá en conocimiento a la Comisión Nacional de Independencia Judicial y de la Comisión Interpoderes copias de dos editoriales del diario por considerar que formaron parte de una “maniobra” destinada a ejercer presión sobre los jueces. Y acompañarán las denuncias con sobres anónimos que recibieron dos de los jueces antes de la sentencia.

También revocaron todas las prisiones domiciliarias y dispusieron el traslado de Bergés y Domingo Almeida al penal-hospital de Ezeiza.



Los condenados
  
- Jaime Smart, prisión perpetua

- Miguel Etchecolatz, prisión perpetua

- Bernabé Corrales, prisión perpetua

- Rodolfo Campos, prisión perpetua

- Alberto Guallama, prisión perpetua

- Raúl Machuca, prisión perpetua

- Norberto Cozzani, prisión perpetua

- Carlos García, prisión perpetua

- Miguel Kearney, prisión perpetua

- Horacio Luján, prisión perpetua

- Domingo Almeida, prisión perpetua

- Julio Argüello, prisión perpetua

- Mario Sita, prisión perpetua

- Roberto Grillo, prisión perpetua

- Luis Patrault, prisión perpetua

- Fernando Svedas, prisión perpetua

- Eros Amilcar Tarela, 25 años

- Jorge Antonio Bergés, 25 años

- Roberto Cabrera, 18 años

- Sergio Verduri, 15 años

- Daniel Lencinas, 14 años

- Pedro Ferriole, 11 años

- Santiago Antonini, 2 años

Circuito Camps: condenan a prisión perpetua a 16 represores y un civil


La pena máxima fue para Miguel Etchecolatz y el abogado Jaime Smart, ex ministro de gobierno de la dictadura, entre otros. El tribunal ordenó la detención del ex fiscal de Estado Alberto Rodríguez Varela, por el secuestro de los Graiver.


(Fuente: Pablo Roesler - Tiempo Argentino)

La justicia federal de La Plata condenó a prisión perpetua a 16 represores y a penas de entre 25 y dos años de cárcel a otros siete por los crímenes cometidos durante la dictadura cívico-militar en seis centros clandestinos de detención del denominado Circuito Camps, y consideró que esos crímenes cometidos "importan la comisión de un genocidio". En su fallo, el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 revocó las prisiones domiciliarias y ordenó que las condenas sean de cumplimiento efectivo en cárcel común. También ordenaron la detención del ex fiscal de Estado de la provincia, Alberto Rodríguez Varela, y que se investigue su responsabilidad en el secuestro y las torturas a los miembros de la familia Graiver. Asimismo, ordenaron enviar los testimonios de Lidia Papaleo, Rafael Ianover e Isidoro Graiver al Juzgado Federal Nº10 de Capital Federal, "donde se investiga el traspaso compulsivo de la empresa Papel Prensa". También enviaron mensajes a tres sectores: el tribunal ordenó investigar la complicidad de funcionarios judiciales y miembros de la Iglesia, y pidió que se analice el rol del diario La Nación durante el desarrollo del juicio (ver aparte).
Luego de 15 meses de audiencia en las que dieron testimonio 400 víctimas y familiares, los jueces Carlos Rozanski, Roberto Falcone y Mario Portela dictaron sentencia ante una audiencia repleta de público, que aplaudió y festejó por cada represor condenado y por cada investigación o solicitud a otros estamentos de la justicia u otros poderes que ordenaron. El primer estallido de aplausos durante la lectura del veredicto se produjo cuando el presidente del tribunal leyó la calificación de genocidio por los crímenes cometidos por los imputados.
"Las conductas de los imputados al dirigirse inequívocamente al exterminio de un grupo nacional importan la comisión de un delito de genocidio", leyó Rozanski, y los aplausos lo interrumpieron. Y continuó: "En cada caso corresponde la condena por tal delito." Sin embargo, los magistrados aclararon que el pedido por genocidio fue introducido en los alegatos, y que aplicarían los tipos penales y las penas previstas en el derecho interno, "todos los cuales son delitos de lesa humanidad", agregaron.
Esos delitos fueron los secuestros y torturas de 280 personas, de las cuales en 33 casos se confirmaron sus homicidios, todos cometidos en  los centros clandestinos de detención Comisaría 5ª de La Plata, Brigada de Investigaciones, Destacamento de Arana, Subcomisaría de Don Bosco (Puesto Vasco), COTI Martínez y Brigada de San Justo, todos edificios policiales bajo el mando del fallecido coronel Ramón Camps.
Los condenados a prisión perpetua fueron el abogado Jaime Lamont Smart, el militar Rodolfo Aníbal Campos, y los policías Miguel Osvaldo Etchecolatz, Hugo Alberto Guallama, Carlos García, Domingo Almeida, Horacio Elizardo Lujan, Luis Vicente Patrault, Norberto Cozzani, Miguel Kearney, Fernando Svedas, Bernabé Jesús Corrales, Raúl Orlando Machuca, Julio César Arguello, Mario Víctor Sita y Roberto Omar Grillo.
También condenaron a 25 años de cárcel a los policías Eros Amílcar Tarela y Jorge Antonio Bergés, a 18 años a Roberto Antonio Cabrera, a 15 a Sergio Arturo Verduri, a once años a Pedro Antonio Ferriole y Daniel Jorge Lencinas, y a dos años de cumplimiento efectivo a Santiago Antonini.
En todos los casos, los condenados lo fueron como "autores directos" de los crímenes, ya que en el fallo aclararon que "los delitos perpetrados por funcionarios públicos bajo la protección de un aparato de poder organizado y clandestino constituyen un delito de infracción de deber especial". Esa calificación del accionar de los represores fue solicitada por los abogados de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y considera a los autores intelectuales ejecutores del delito.
También por pedido de la secretaría, ordenaron remitir las declaraciones de Lidia Papaleo, Isidoro Graiver y Rafael Ianover y los dichos del imputado Cozzani "al Juzgado Nacional en lo Criminal Correcional Federal Nº10 de Capital Federal donde se investiga el traspaso compulsivo de Papel Prensa".
En el mismo sentido tuvieron en cuenta los elementos surgidos del debate para ordenar la detención del ex fiscal de Estado durante la última dictadura cívico-militar, Alberto Rodríguez Varela, quien según los testimonios "concurrió al centro clandestino de detención Puesto Vasco y entrevistó a personas secuestradas y torturadas pertenecientes al denominado Grupo Graiver".
Durante el año y tres meses de debate fueron ventilados los secuestros de los chicos de la Noche de los Lápices, del director del diario La Opinión, Jacobo Timerman, de Lidia Papaleo y los miembros de la familia Graiver; también el del testigo nuevamente desaparecido Jorge Julio López, y el ataque a la casa Mariani Teruggi, donde fueron asesinados cuatro personas y robada la bebé Clara Anahí Mariani, la nieta que Chicha Mariani todavía busca, entre otros casos.
"También hay que tocar a otros sectores de la sociedad que estuvieron involucrados o fueron cómplices y se escondieron detrás de argumentos mentirosos, como la Iglesia", sostuvo la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, al culminar la lectura. Es que por pedido de las querellas de la Secretaría de Derechos Humanos y la abogada Guadalupe Godoy, de Justicia Ya!, el tribunal también ordenó investigar la responsabilidad del vicario castrense "Emilio Gracelli y los funcionarios del Seminario Mayor San José de La Plata". Según se supo, en las audiencias, ese sector de la curia enviaba la comida que, alternadamente, recibían los detenidos desaparecidos de la Comisaría 5ª.
Los jueces también exhortaron al Poder Ejecutivo de la provincia de Buenos Aires a que desafecte los edificios policiales donde funcionaron los centros clandestinos y pidieron que esa seccional y el destacamento de Arana sean convertidos en sitios de memoria.
También pidieron que las instrucciones de las causas en curso incorporen los delitos sexuales como parte de las torturas que recibían los detenidos durante su cautiverio.


Duro reproche al diario La Nación
En uno de los considerandos de la sentencia, los jueces señalaron las presiones del diario La Nación sobre el tribunal y su intento a través de la publicación de editoriales y notas falaces de mejorar la situación del imputado Jaime Lamont Smart, y advirtieron que esas publicaciones "fueron el soporte de las amenazas dirigidas contra dos miembros de este tribunal para presionarlos sobre el sentido del fallo definitivo". "Considerando los editoriales y notas periodísticas publicadas por el diario La Nación respecto de este juicio oral donde se publicitan de manera falaz los hechos juzgados intentando mejorar la situación procesal de uno de los imputados, corresponde poner en conocimiento de esta maniobra ante la Comisión Nacional de Independencia Judicial de la Corte Suprema de la Nación y de la Comisión Interpoderes", leyó el juez Carlos Rozanski sobre el final del fallo que condenó a los represores del Circuito Camps.
Concretamente, se refería a los editoriales en los que se ejercía la defensa del ex ministro, que luego fueron enviados por correo en una carta de amenaza remitida desde Punta del Este.



Aplausos y dos sillas vacías
Cientos de personas sentadas en la calle 4, entre 51 y 53, de La Plata, celebraron ayer frente a la sede del Tribunal Oral Federal 1, ex AMIA, con aplausos y cánticos cada una de las condenas a los represores que actuaron en el Circuito Camps.
Desde las 18, los organismos de Derechos Humanos comenzaron a concentrarse en las inmediaciones del tribunal para la lectura de la sentencia, ocasión para la que se colocó una pantalla gigante en la vereda. Junto a ellos se movilizaron también movimientos políticos y estudiantiles, como La Cámpora y la Unión de Estudiantes Secundarios.
Un gran aplauso comenzó en la colmada sala del tribunal y siguió en la calle cuando el juez Carlos Rozanski leyó las condenas de dos de los símbolos del juicio oral: Jaime Smart y Miguel Etchecolatz.
La sala del ex edificio de AMIA estuvo repleta de familiares de las más de 280 víctimas aunque dos sillas se dejaron vacías con las fotos de dos testigos centrales, Julio López, desaparecido desde 2006, y Adriana Calvo, quien falleció en 2010.
Entre los presentes estaban la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, así como los nietos restituidos Pedro Nadal y Leo Fossati. Para Carlotto, valió la pena "la paciencia de esperar 35 años para esta satisfacción", y reclamó que se continúe juzgando a los civiles luego de la condena a Smart. Además, celebró que los condenados vayan a una cárcel común "sin ningún privilegio".
En la sala también estuvo María "Chicha" Mariani, aplaudida de pie por el público. Pablo Díaz y Emilce Moler, sobrevivientes de la Noche de los Lápices. Junto al secretario de Derechos Humanos estuvo el canciller Héctor Timerman sentado en las primeras filas, ya que fue juzgado el secuestro de su padre, Jacobo Timerman. El funcionario subrayó que se haya juzgado el caso Papel Prensa: "Fue el mayor robo de la dictadura y esto demuestra la rapiña que llevó adelante la dictadura. Hubiese sido importante que (Héctor) Magnetto y (Bartolomé) Mitre declaran en el juicio."